A menudo desconfiamos del congelador a la hora de conservar nuestras verduras, un temor totalmente infundado si tenemos en cuenta que no hay nada mejor que comprar verduras de temporada, cuando están en su mejor momento, y congelarlas correctamente para que conserven intactas sus propiedades.
Para ello, es importante lavarlas bien y eliminar las partes dañadas, si las hubiese, y a continuación escaldarlas, es decir, hervirlas durante un par de minutos en agua con zumo de limón. Seguidamente, hay que lavarlas con agua bien fría, secarlas y proceder a su conservación en recipientes (ya sean botes o bolsas) que se cierren herméticamente. Es importante etiquetarlas correctamente e intentar consumirlas en un período de unos tres meses.
Pese a que hay quien congela todas las verduras sin distinción, nuestra recomendación es evitar congelar zanahoria, patata, calabaza, calabacín, puerro, coliflor, pepino o berenjena, aunque pueden congelarse sin problemas una vez cocinados, en forma de puré, por ejemplo.