¿Te encantan las sardinas pero odias el olor que te dejan en las manos al manipularlas? Frótalas con un poco de vinagre, limón o vino blanco y luego enjúgatelas con abundante agua fría.
Arreglado esto, ¿no soportas el olor que desprende el pescado al freírlo en tu cocina? Coloca una corteza de naranja o limón, unas hojas de perejil, un poco de miga de pan o un diente de ajo partido en el aceite hirviendo y luego cocínalo.
Si el truco no te sirve con las sardinas, cuyo aroma es muy intenso, mójalas con leche con un pellizco de sal antes de freírlas o déjalas sumergidas en leche durante media hora. ¡Verás qué alivio!