Pocas veces una pregunta tiene tantas respuestas, y todas válidas. ¿Por qué nos gusta tanto la pasta? Ahí van varias ideas.
Porque no hay nada más versátil. Permite las mil y una recetas, admite carne y pescado, aguanta cualquier salsa, le da lo mismo un salteado que un horneado, se puede comer caliente o servir fría a modo de ensalada… Incluso hervida y con un buen aceite de oliva virgen extra y sal está de vicio.
Porque la hay de todo tipo y condición: en forma de espiral (fusilli), cilíndrica (macarrones, penne), alargada (espaguetis, tallarines), con relleno (raviolis), cuadrada (para hacer lasaña)…
Porque es un producto que tarda en caducar, de manera que puedes comprar bastante cantidad, guardarla en la despensa e ir tirando de ella cada vez que te apetezca.
Porque es fácil y rápida de cocinar. Solo tienes que lograr el punto de cocción que más te mole. Sin saber mucho de cocina, te costará poco clavarlo.
Porque su composición básica (harina y agua) se puede enriquecer añadiéndole huevo para que sea más consistente y nutritiva, o verduras u hortalizas para que aporten sus vitaminas, minerales y color.
Porque gusta a todo el mundo, y eso siempre es un alivio cuando tienes invitados en casa: sabes que difícilmente fallarás.