Sin duda el aceite de oliva virgen extra contiene muchas calorías: unas 900 por cada 100 g. Pero no son del tipo que más hay que evitar.
Hoy en día los nutricionistas dan mayor importancia a la calidad nutricional de cada alimento que a su aporte calórico. Y es que hay muchos factores que nos indican si un producto nos conviene, más allá de sus calorías ―que en cualquier caso hay que tomar con moderación, por supuesto.
Es cierto que los ácidos grasos insaturados que contiene el aceite son altamente calóricos, pero también son muy saciantes, de manera que nos permitirán llegar satisfechos a la siguiente comida. Además, son estas las grasas que deben primar en la dieta. No es posible rebajar la carga calórica del aceite de oliva, pero sí puedes consumirlo con inteligencia para aprovechar sus beneficios sin ganar peso.
Trata de evitar las frituras, que suelen absorber gran cantidad de aceite, y apuesta por los aliños en crudo. Y lo más importante: sustituye por aceite otras grasas menos saludables e igualmente calóricas. Es decir, que el aceite sea siempre tu grasa de referencia, en detrimento de aquellas que contienen snacks, bollería y otros procesados y ultraprocesados. ¡Y deja de contar calorías!