No nos confundamos: extra light no significa bajo en calorías. Pero, qué demonios, ni falta que hace. Porque consumir aceite con moderación en el marco de una dieta mediterránea equilibrada es garantía de no pasarnos la vida contando calorías ni temiendo a la báscula. El aceite de oliva extra light resulta ideal para determinadas preparaciones culinarias: es neutro, por lo que no distorsiona el gusto de los platos, pero sigue siendo aceite de oliva y, como tal, es sanísimo. ¿Quieres más motivos para convertirlo en un básico de tu despensa?
Para elaborar pasteles
¿Y si en lugar de engrasar con mantequilla las fuentes para hornear lo hacemos con un toque de aceite de oliva extra light? No estropeará el sabor de nuestras creaciones y nos evitaremos la elevada cantidad de grasas saturadas que lleva la mantequilla. Por la misma regla de tres lo podemos incluir en las recetas de repostería, ya que nos ayudará a que la masa cuaje sin que el aporte de sabor sea significativo. No ocurre lo mismo con el aceite de oliva convencional, que se convierte en el protagonista absoluto de nuestros bizcochos cuando se nos va un poco la mano.
Para vinagretas
Si nos gustan las vinagretas extravagantes pero, en ocasiones, el aceite de oliva mata el sabor de los numerosos ingredientes que utilizamos, nada mejor que un buen extra light: aportará untuosidad, pero su sabor discreto dejará el protagonismo al resto de elementos de nuestra heterodoxa vinagreta.
Para bechamel
Tanto si somos veganos como intolerantes al gluten o la lactosa o si, simplemente, nos encanta experimentar en los fogones, una buena idea es sustituir la mantequilla de la bechamel por este tipo de aceite. Permitirá que la salsa cuaje sin que echemos de menos el sabor ni la textura (ni las grasas saturadas) de la mantequilla. Si además sustituimos la leche de vaca por un chorro de bebida de nuez o incluso de caldo de verduras, y la harina de trigo por una de garbanzos, obtendremos una bechamel alternativa y deliciosa con el extra light como protagonista.
Para freír
Nada mejor que este aceite para freír a altísimas temperaturas, pues es sumamente resistente. ¿Que tienes por ahí algunas patatas? No lo dudes. O unos nuggets, unos rollitos… Además, podrás reciclarlo y utilizarlo en más de una ocasión.
Para hacer pan
Los amantes de los panes caseros, elaborados tanto en horno como en panificadora, tienen en este aceite su mejor aliado. El sabor discreto, el color neutro y la ligereza del extra light lo convierten en el ingrediente idóneo para aportar a nuestro pan ese no sé qué que marcará la diferencia. Si deseamos darle un toque de sabor al aceite, podemos macerar pimienta, frutos secos o hierbas y crear un aceite aromático para nuestro pan.