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El aceite de oliva virgen extra, el mejor complemento para los más pequeños

29 enero 2018

Borges - Extra virgin olive oil

¿A que te cuesta un poco que tus hij@s coman bien? ¿A que las batallas previas a cada almuerzo y cena son agotadoras? ¿Tratas de imponer tu criterio porque han acabado con tu paciencia y sueltas un “¡Porque lo digo yo!”? Parece mentira que te pase esto. ¿Es que nunca has sido niñ@? Claro que cuesta cambiarles ciertas preferencias alimenticias poco saludables. Si lo que les tira son las golosinas, las pizzas con mucho queso y mucho jamón (parece que más le gustan cuanto peor es la calidad), las patatas fritas con kétchup (si es industrial lo disfrutan más)…

Pero tenemos la solución: aceite de oliva virgen extra. Y hazl@s felices.

Y disfruta, sin un solo reproche y con una sonrisa de oreja a oreja, de su gozo cuando, en vez de la rebanada de pan de molde untada con mantequilla, hinquen el diente a esa tostadita de pan bueno con un chorrito de aceite y un pellizquito de sal (mejor si es Maldon). Es posible que no te pidan ni el fuet para acompañarlo. A partir de ahí cambiarán las cosas.

Cuando te pidan patatas fritas, diles que sí, pero esta vez echa mano de aceite del bueno: el de oliva virgen extra. Y lo mismo con las croquetas. No hay mejor “inversión” que esta: más sabrosas, más saludables… y más felices todos. Y atención! También a la hora de hacer los purés y papillas! Probadlo. ¡No hay color!

¿Un bocadillo? Marchando. ¿De qué lo quieres, querido@ hij@ mí@? ¿De queso? Toma chorrito de aceite. ¿De mortadela? ¡Venga ese pan mojadito en aceite! ¡Ah, que lo querías de jamón! Aún más ideal con aceite. ¡Viva el umami!

Y llegamos a las verduras y ensaladas. ¡El horror, la pesadilla! Aunque, a estas alturas, ya les habrás explicado que las olivas que tanto les divierten dan ese jugo que tanto les gusta cuando lo echas en el pan tostado, los bocadillos, las patatas fritas, las croquetas… Cuéntales también que, si lo añades a unas verduras hervidas (ojo: mejor que sean de las frescas) o a una lechuga con tomate, el sabor casi cambiará por arte de magia. Para convencerl@s, anímales a mojar el pan antes o después de zamparse el plato, que seguro que les gustará (mejor que lo hagan después, no vaya a ser que se llenen el buche y tengan excusa para no comer más).

Y, sobre todo, nunca, nunca dejes de sonreír. Que sepan que la felicidad está en el aceite de oliva virgen extra.

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