“No hay manera. Mis hijos no quieren ver las verduras ni en pintura”. ¿Te reconoces en esta frase? Lo sabemos. Los padres y madres que se ‘pelean’ a diario con las acelgas, los guisantes, las coles y las lechugas son legión. No tenemos ninguna arma secreta para ganar esta batalla, pero vamos a intentarlo. ¿Preparados? Ahí van nuestros consejos:
1) ¡A jugar! Juega con los colores y con las presentaciones. Porque si a tu habitual crema de calabaza, tan anaranjada ella, le añades una sonrisa amarilla de aceite de oliva y un par de ojos dorados de picatoste, igual las cucharadas entran con más facilidad en la boca. O por lo menos, habrá más sonrisas en la mesa.
2) Trampantojos infantiles. Cambia los ingredientes carnívoros por los herbívoros. Hoy para cenar tenemos libritos… ¡de berenjena! Sustituye el lomo de cerdo por berenjenas y rellena el bocado con queso de fundir y/o jamón cocido. Una vez rebozado y cocinado en aceite de oliva extra virgen le sabrá igual o mejor que el original.
3) Parejas felices. Une ‘lo verde’ al arroz o a la pasta. Deja caer unas acelgas, unas zanahorias o unos guisantes en tus recetas de arroz o pasta que tanto les gustan. Hazlo en la paella del domingo, en su arroz a la cubana o en los espaguetis de la noche. Y si este truco no funciona, añádelos a la salsa o al sofrito. Trabajo que te quitas.
4) Su favorito. Añade alguno de sus ingredientes favoritos a la ensalada o a la crema de verduras. Unas pipas en la primera y unos quesitos en el segundo, por ejemplo. Algo de verde le caerá en la boca o, por lo menos, algún nutriente extra que nunca está de más.
5) No más patatas fritas. Acompaña la carne y el pescado con verduras. Deja las patatas para ocasiones especiales, incursiones en restaurantes y comidas familiares. Empieza con un dulce tomate confitado o unos tomates verdes fritos. Y a ver qué pasa…
6) Pinta y colorea. Si el consejo anterior no funciona prueba a freír diferentes hortalizas como si fueran chips: zanahorias, remolachas, boniatos, yuca… Un recurso colorista, divertido y más fácil de lo que crees, sólo hace falta que las cortes en láminas muy finas y las frías en una paella con aceite muy caliente hasta que queden crujientes. Si no te atreves, búscalas en las tiendas. Son fáciles de encontrar aunque igual tendrás que vigilar con la sal.
7) ¡A comer! Conviérteles en ‘monstruos supersanos’. Todos estos consejos se resumen en uno: come con los pequeños y come lo mismo que ellos. Devora un plato de verduras y ellos lo acabarán haciendo.