¿Quién no ha freído un huevo y el aceite le ha salpicado? No tenemos (aún) la solución definitiva al problema, pero sí alguna ayudita para que no te vuelva a pasar y tengas que salir corriendo.
Apunta: añade un pelín de harina o de sal en el aceite caliente cuando empiece a burbujear. Los dos ingredientes absorberán la humedad de los alimentos, causantes de las salpicaduras. No te pases en cantidad, echa la mínima expresión y verás… ¡El salpicar se va acabar!