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Cómo ser vegano y no morir en el intento

12 abril 2016

A primera vista puede parecer misión complicada desterrar de la dieta alimentos como carnes, huevos o lácteos. Pues imagina hacerlo con todos a la vez. Y no solo con esos, sino con todos aquellos que tengan origen animal. Bienvenido al mundo vegano. ¿Te atreves?

Pues apunta. Porque ser vegano no es solo cuestión de dieta, es un verdadero estilo de vida que afecta a otros asuntos como son la manera de vestirse, de asearse o de ponerse guapa a golpe de rouge de labios. Una alternativa integral al consumo, uso y dependencia de productos derivados de animales.

En cuestiones de mesa: nada de carne, nada de pescado, cero lácteos, huevos o miel. Y es que ser vegano no entiende de términos medios del tipo ovovegetariano (vegetariano que no toma huevos pero sí leche) o lactovegetariano (al contrario), aunque sí de otros como crudiveganismo, corriente que siguen los veganos que solo se alimentan de alimentos en crudo.

Actitud restrictiva para unos, alternativa ética para otros, lo más importante para un vegano es no perder de vista las demandas nutricionales que el cuerpo pide para su buen funcionamiento: cubrir las necesidades de calcio que no se obtendrán de la leche o las grasas insaturadas que no llegarán de los pescados azules. Y por supuesto, ejercitar la imaginación para hacerse con un recetario de cabecera variado, divertido y que satisfaga, ya no solo a nivel nutricional sino también a nivel gustativo. Vamos, que no se acabe cayendo en el chuletón por no haberse salido a tiempo del plato de quinoa mal acompañado. Para que la carrera en el veganismo no sea tan triste como corta hay que aliñarla con gracia y creatividad.

Pero estamos en 2018 y, de paso, de enhorabuena. Hoy en día existen un montón de alternativas interesantes en el mercado que permiten llevar una dieta vegana sin que ello implique que sea aburrida o poco saludable.

Alternativas como las que ofrece, por ejemplo, el amplio y muchas veces desconocido mundo de los cereales. Más allá de la pasta o el arroz, el abanico es más que sugerente: centeno, quinoa, sorgo, espelta, bulgur, avena… bases para elaborar sabrosos panes o platos combinados con frescas verduras.

¿Más alternativas? Las legumbres, que aportan proteínas de carácter vegetal, hidratos de carbono, fibra, minerales y vitaminas; la fruta, rica en fibra, vitaminas y con propiedades antioxidantes; o los frutos secos, una saludable carga energética y una estupenda fuente de grasas saludables. Despierta las ideas echando un ojo a este humus de pistachos.

La leche de vaca, por ejemplo, se puede sustituir por otras bebidas vegetales, como la de almendras, de arroz o de soja (revisa este artículo sobre bechameles alternativas). Y la carne, por productos como el tofu, el seitán o el tempeh, que pueden cocinarse de mil maneras: salteado, rebozado, en sopa… Con soja texturizada, espinacas o lentejas se pueden preparar, por ejemplo, hamburguesas o albóndigas, y con garbanzos un estupendo falafel.

Para un desayuno repletito de nutrientes, lo mejor será unirse a la tendencia de los smoothie bowls, con fruta fresca y desecada, cereales, beneficiosas semillas como la chía, de girasol y ¡hasta verduras! Verduras como el kale, más rico en calcio por caloría que la leche y más rico en hierro por caloría que la carne de vacuno, con el que se pueden preparar recetas como éstas. ¿Quién dijo que no hay alternativa saludable?

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