La dieta mediterránea va mucho más allá de unas simples pautas nutritivas. Representa un estilo de vida basado en una alimentación sana y equilibrada que, además, pretende recuperar recetas y productos típicos de nuestra tradición culinaria. ¿Qué más se puede pedir? Son tales los beneficios de la dieta mediterránea que en 2010 fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Uno sus productos básicos es el aceite de oliva virgen extra, que posee innumerables cualidades. Es un alimento rico en vitamina E, betacarotenos y ácidos grasos monoinsaturados que le otorgan propiedades cardioprotectoras. De hecho, el prestigioso estudio REDIMED confirma que una dieta mediterránea suplementada con frutos secos y aceite de oliva virgen extra reduce hasta en un 30% la posibilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares graves como la embolia cerebral, el infarto de miocardio o la mortalidad por enfermedades cardiovasculares.
Este alimento es un auténtico tesoro que ha perdurado a través de los siglos en prácticas gastronómicas diversas y que aporta a los platos un sabor y aroma únicos. Nada mejor que un buen chorrito de aceite de oliva virgen extra, tanto para cocinar como en crudo: si lo utilizas para aliñar tus platos, te beneficiarás de todas sus cualidades y disfrutarás de su delicioso sabor.