Cada 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del Alzheimer. Sin embargo, ésta es una qüestión que debería preocuparnos a todos los días del año.
En el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer hay un factor genético determinante que no puede evitarse. El envejecimiento es también una de las causas principales y por tanto aumenta la incidencia de la enfermedad en poblaciones con mayor esperanza de vida.
Una investigación concluye que los niveles altos de colesterol causan deterioro cognitivo leve. Este trastorno está considerado como la antesala de la demencia senil y del Alzheimer. El trastorno cognitivo leve acaba afectando a la memoria, el lenguaje, la atención y el estado de ánimo en mayores de 50 años. Según varias investigaciones, parece que los factores de riesgo cardiovasculares (tabaco, alcohol, colesterol o azúcar) son también factores de riesgos cerebrales.
La obesidad, según varios estudios, se correlaciona con el riesgo de aparición de demencias. La obesidad se valora según el Índice de Masa Corporal (peso en Kg dividido entre la altura en metros al cuadrado). El IMC óptimo se sitúa entre 18,5 y 25.
La dieta mediterránea, caracterizada por la abundancia de fruta, vegetales, frutos secos, aceite de oliva y pescado, y poca carne y lácteos, podría reducir el riesgo de sufrir Alzheimer, según diversos trabajos. Se apunta que la dieta juega un papel en esta reducción, pero no está claro aún, qué alimentos o sustancias resultarían claves. Se ha hablado de la importancia de los ácidos grasos del pescado azul, de las vitaminas E y B, de los antioxidantes…
Quizá no sea un solo nutriente sino varios, y también la globalidad y tipo de dieta las que actúen como factor preventivo pero, en cualquier caso, todo apunta a que aparte de las ya conocidas virtudes y beneficios de la dieta mediterránea, la lucha contra el alzheimer se encuentra también entre ellas.
