Si eres de los que piensan que las ensaladas son aburridas porque no vas más allá de la versión mixta, necesitas leer urgentemente estos consejos. Un poco de inspiración para un plato veraniego, saludable, fresco y siempre apetecible.
1. Verde que te quiero verde, pero variado. ¿Siempre preparas tus ensaladas con lechuga iceberg? Empieza por alternar ya en la base del plato: espinacas (mejor las baby), berros, cogollos, lechuga de hoja de roble, romana, mézclums de lechuga variada, rúcula, col lombarda, canónigos, endibia… Aplica la misma norma con el tomate: con la de variedades que hay, no seas tan triste de utilizar siempre la misma.
2. El mundo de las vinagretas. No es lo mismo echar aceite, vinagre y sal directamente y por separado, que hacer una vinagreta, para la cual se mezclan y emulsionan con cariño en un bol todos los ingredientes. Una cosa tan simple como esta le va a dar un toque mucho más sabroso a la ensalada. La vinagreta básica: una cucharada de aceite de oliva virgen extra, una cucharadita de vinagre, sal y pimienta.
Juega con el tipo de vinagre para variar en el resultado: balsámico de Módena (lo hay más gourmet, con textura más espesa y dulce, y blanco), de Jerez, de vino de cava, de sidra, de miel, con esencia de estragón… Otra opción es usarlo en versión crema balsámica, que le dará una consistencia similar a la de una salsa. Para los más perezosos o prácticos, existen vinagretas ya preparadas, listas para servir, con soja, con frutos secos, con mostaza. Cada una le dará un aire diferente a tus ensaladas.
3. El infinito y más allá. Abre tu mente: el mundo de las ensaladas no se limita a la lechuga y el tomate. Legumbres como unas lentejas beluga o unas alubias, arroz, quinoa, cuscús, patatas, cualquier tipo de pasta corta, verduras frías (hervidas y enfriadas como unas judías verdes o crudas como calabacín cortado a finas tiras con pelapatatas)… se pueden convertir en una base estupenda tomadas en frío como ensalada.
Un ejemplo: quinoa cocida y enfriada, dados de pimiento rojo, de pimiento amarillo y de pimiento verde, cebolla cortada fina, queso feta, tomates cherry y aceitunas sin hueso a rodajas. Servir con vinagreta de balsámico de Módena.
4. Añade fruta. En trocitos o en vinagreta. Bolas de melón, dados de manzana, láminas de fresa, rodajas de melocotón o nectarina… combinan a la perfección con cualquier base verde y un buen vinagre balsámico, mejor aún si es en crema. Si no tienes fruta o no eres muy fan de esa mezcla, ten siempre en tu despensa un buen surtido de cremas balsámicas con acabados frutales; las hay de frambuesa, manzana, mango… ¡le darán el toque diferente que andabas buscando!
Una idea: mézclum de verduras, un melocotón cortado en gajos, un puñado de queso cheddar en daditos, nueces troceadas, crema balsámica de módena, aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal y pimienta. ¿No te quedan melocotones? Usa la crema balsámica de mango.
5. Otros toppings. Además de las frutas, existen otros ingredientes que darán un aire original a tus ensaladas. El consabido atún, las tantísimas variedades de queso (siempre te quedará por explorar alguna que siente bien a tu nueva ensalada), picatostes, maíz (en grano o mazorca pequeña), pepino, apio, aguacate, algas, pimientos, zanahoria, champiñones, pollo, jamón, pescado crudo, ahumados, gambas… Deja volar tu imaginación y aplica sentido común para crear las más innovadoras opciones.
6. Frutos y frutas secos y semillas: esos grandes aliados. Nueces, anacardos, almendras, pistachos, avellanas, pasas, orejones, ciruelas (¡sin hueso!), piñones, pipas de calabaza, sésamo, semillas de amapola… No olvides estos grandes ingredientes a la hora de preparar tus ensaladas. Una sugerencia: espinacas baby, queso azul desmenuzado, un puñado de pistachos y vinagreta de módena.
7. El aderezo final. Cebollino, hinojo, perejil, menta, hierbabuena, cilantro, albahaca… Dale el punto final a tu ensalada con alguna hierba aromática y a disfrutarla.