¿Tu casa se convierte en un drama cuando hay pescado para comer? Si es así, no sufras, solo es cuestión de echar un poco de imaginación al plato y dar una vuelta de tuerca a las recetas más habituales. Aquí te dejamos algunas ideas para que pongas en práctica la nueva táctica de ataque. ¡Ánimo!
Con rebozado de coco
Solo con dar un toque especial al rebozado de siempre conseguirás nuevos sabores que seguro que sorprenden a la familia tanto como les gustan. Puedes emplear cualquier pescado que habitualmente reboces, como, por ejemplo, tacos de merluza, cazón o filetes de perca. En primer lugar, seca y sala el pescado. Seguidamente, pásalo por harina, después por huevo y, finalmente, por coco rallado. Y para terminar, lo fríes en aceite de oliva virgen extra bien caliente. Cuando esté dorado, lo retiras del fuego.
Con salsa de cítricos
Una idea perfecta para pescados grasos como el salmón, ya que los cítricos aportarán un equilibrio estupendo y además suavizarán ese sabor potente que tiene el pescado azul. Para medio kilo de pescado, necesitarás unas tres naranjas, una lima (o un limón o un pomelo), una cucharada de azúcar y perejil fresco. Exprime la fruta y la calientas al fuego con el azúcar. Una vez disuelta, incorpora el perejil fresco bien picado. Echa aceite de oliva virgen extra y harina en una sartén grande. Muévelo al fuego e incorpórale el zumo caliente. Sin dejar de mover, deja que cueza unos tres minutos. Por otro lado, sala y marca el pescado en una sartén y, finalmente, colócalo en la salsa, espesa tras la cocción, para que termine de cocinarse completamente.
Con costra de yogur
Fresco, divertido e ideal para pescados preparados al vapor o hervidos. Por cada 250 g de yogur natural descremado necesitarás la piel de medio limón rallada, un poquito de cilantro fresco bien picado y pimienta al gusto. Mueve bien y utiliza la mezcla para coronar el pescado, hervido o al vapor. A continuación, hornéalo unos minutos y estará listo. También puedes utilizar esta salsa directamente para acompañar pescados rebozados. Por otra parte, si tus hijos no huyen del ajo, verás cómo le va de maravilla incorporar un par de dientes bien picaditos.
