Redonditas, apetitosas, aromáticas… ¡Si es que a veces parece que nos estén llamando por nuestro nombre! Las olivas son el tentempié perfecto por diversos motivos. Para empezar, están buenísimas, pues su concentración de sabores y aromas no tiene parangón. Además, son ideales para comer en cualquier momento y lugar, en cualquier compañía y casi con cualquier cosa. Y si estos no fuesen motivos suficientes para apostar por las ricas olivas, no hay que olvidar sus múltiples beneficios para la salud.
Las olivas contienen una alta concentración de minerales como fósforo, potasio, magnesio, hierro o yodo, además de ser una fuente de calcio (ideal para quienes sean poco amigos de los lácteos). Son ricas en vitaminas y antioxidantes y también contienen ácidos grasos insaturados, beneficiosos para la salud cardiovascular. No hay que olvidar que de ellas y solo de ellas surge el aceite de oliva, piedra angular de la dieta mediterránea y un auténtico elixir para mantener un buen estado de salud. Por eso es recomendable consumir un puñado cada día, no solo para regular el exceso de colesterol en sangre, sino para aportar a nuestro organismo una buena cantidad de nutrientes.
